Aquí me gustaría compartir
con vosotros algunos reflexiones más sobre el libro de Italo Calvino.
La lectura me resulta difícil de leer por su estilo, pero
después de acostumbrarme un poco más, me di cuenta de que este libro me lleva a
pensar profundamente. De hecho, tengo dudas sobre si podría expresar mis opiniones claramente…pero
voy a tratarlo.
Textos inacabados
Un punto importante del libro es la cuestión del tiempo.
Desde el punto de vista del escritor, el libro se construye del mundo alrededor
del escritor. Se construye cuando el autor no está presente en el proceso con
su personaje, con sus preconcepciones del pasado y sus deseos del futuro,
idealmente.
Como se dice el autor (Flannery) en la historia de Calvino:
„…yo
quisiera
borrarme
a mí mismo y encontrar para cada libro otro yo, otra voz, otro nombre, renacer;
pero mi meta es
capturar
en el libro el mundo ilegible, sin centro, sin yo.”
„No
es para poder ser
el
portavoz de algo definible por lo que quisiera anularme a mi mismo. Sólo para
transmitir lo escribible
que
espera ser escrito, lo narrable que nadie cuenta.”
Así que el escritor puede emitir un mensaje nuevo.
Al contrario, en el acto de leer, a través del
acto de la interpretación, la participación de la personalidad del lector
es clave.
„Pensándolo
bien, la
lectura
es un acto necesariamente individual, mucho más que el escribir. Admitiendo que
la escritura
logre
superar la limitación del autor, sólo seguirá teniendo un sentido cuando sea
leída por una persona
aislada
y atraviese sus circuitos mentales. Sólo el poder ser leído por un individuo
determinado prueba
que
lo que está escrito participa del poder de la escritura, un poder basado en
algo que va más allá del
individuo.
El universo se expresará a sí mismo mientras alguien pueda decir: «Yo leo luego
él escribe.»”
Realmente todos los textos, todos los libros, están inacabados, porque requieren la interpretación a través del acto de leer, y
así los libros pertenecen a la mente, en relación con otras interpretaciones del
mundo de un individuo especifico (el lector), y en otros libros, y realmente es en
la cuarta dimensión lo que llamamos tiempo.
La
verdad y la realidad
Otro punto importante es la cuestión de la
verdad/realidad. Siguiendo con el pensamiento anterior, cada libro es viejo y
nuevo a la misma vez y cada libro es falso por las diferentes interpretaciones del
individuo.
„O
sea: siguiendo los modelos mentales a través de los
cuales
vivimos las vicisitudes humanas. O sea: siguiendo los modelos mentales a través
de los cuales
atribuimos
a las vicisitudes humanas los significados que permiten vivirlas.”
Describir la realidad tal como es es
imposible, porque su investigador siempre se incluye en la realidad.
Como en un koan de zen:
„Dos monjes estaban
discutiendo acerca de una bandera. Uno dijo:
-La bandera se está
moviendo”.
El otro dijo:
-El viento se está
moviendo.
Sucedió que el sexto
patriarca, Zenón, pasaba justamente por ahí. Él les dijo:
-Ni el viento, ni la
bandera; la mente se está moviendo.”
Pero entonces ¿cuál es la diferencia entre lo verdadero y lo falso?
Siguiendo a Irnerio:
„Ella
decía que cuando Marana la convence de que la diferencia entre lo verdadero y
lo falso es
sólo
un prejuicio nuestro, siente la necesidad de ver a alguien que hace libros como
una planta de
calabaza
hace calabazas, ella dice eso...”
La única verdad es el puro acto en sí mismo.
Eso es lo que cree Ludmilla:
„Explica que cree haber comprendido que la verdad
de la literatura consiste sólo en el carácter físico
del
acto de escribir.”
El puro acto no puede ser falso.
Leer el inicio de un libro nunca es falso así, en
este momento, si leemos, significa solamente que leemos, y nada más.
„Quisiera
escribir un libro
que
fuese sólo un incipit, que
mantuviese en toda su duración la potencialidad del inicio, la espera aún sin
objeto.”
Aquí se encuentran lector y escritor, en el
momento en el que la realidad es incuestionable.
Y por eso el título del libro es
„Si una noche de invierno un viajero…”